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Democracias y participación.

Segunda parte del artículo Internet y Democracia, que se publicará también en breve en El Mundo de Wayne.

Cuando las voces de los distintos partidos se alejan de la tuya. Cuando el voto en blanco se convierte en una forma más de jugar con unas reglas que ya no te interesan. Cuando la democracia que debería representarte no lo hace, quizás es el momento de buscar otras opciones.


Fuente de la fotografía: tj scenes, en Flickr.



Democracias y participación.

Para ampliar la viñeta, aquí.

De las primeras democracias griegas en el siglo VI a.C. hasta la de nuestros días existe un abismo, principalmente justificado por la naturaleza de las sociedades llamadas Modernas. El ideal ateniense en que los ciudadanos (eso sí, varones y libres) tenían en sus manos la posibilidad de decidir sobre asuntos públicos sin necesidad de representantes quedó desfasado con el surgimiento del Estado-nación, en parte por la voluntad de concentrar el poder político dentro de las mismas estructuras gubernamentales, en parte porque el aumento en el número de población hacía que el modelo fuera inviable.

De esa democracia directa, asamblearia, nos queda básicamente el nombre, mientras que los ideales de autogobierno se han ido disipando en una carrera desmesurada en pro del capitalismo liberal y la economía de mercado. Con el desarrollo de la democracia representativa y sus instituciones, el gobierno se convierte en la tarea de unos pocos para la regulación de la vida y el porvenir del resto de los ciudadanos, a los cuales no se supone ni informados ni capacitados para tomar decisiones de esta índole. El lejano parecido que permite a la comunidad política ampararse bajo su nombre queda relegado al derecho al voto de los ciudadanos para elegir a sus representantes políticos, aunque viendo los bajos índices de participación que se dan de forma repetida en las elecciones y los resultados en las encuestas de opinión, podríamos decir que el modelo tampoco resulta del todo satisfactorio.
Fuente de la fotografía: jorgemejia, en Flickr.


Thompson señala cuatro grandes problemas derivados de las democracias modernas:

- El cinismo y la desilusión de los individuos hacia las instituciones políticas establecidas. Dado que los políticos se han convertido en una nueva clase profesionalizada que depende del soporte electoral para acceder al cargo, éstos se han mimetizado con los medios de comunicación de masas a través de eslogans y batallas circenses entre partidos, hasta el punto de distinguirse cada vez menos entre ellos en términos de política general.

- La coexistencia de la democracia representativa y las grandes desigualdades que genera el mercado, tanto en distribución de recursos como en posibilidades de vida.

- La lucha mediática por el electorado da lugar al alejamiento y pérdida de contacto de los políticos de aquellos a los que representan, y si no conocen sus preocupaciones pierden la capacidad de darles respuesta.

- La democracia representativa se ha institucionalizado. Se dio por hecho que las fronteras del Estado eran los límites naturales para el ejercicio de una democracia, pero la globalización ha hecho que estos estados estén inmersos en redes de poder mucho más amplias que interfieren en y limitan el margen de maniobra de los gobiernos.

Fuente de la fotografía: My Buffo, en Flickr.

La crisis económica actual es un reflejo de esta situación, nos ha cogido a todos vulgarmente “en calzoncillos”, sobretodo a los políticos, que en su lucha mediática por los votos perdieron de vista que la globalización era algo más que llegar a una masa de población mayor a tiempo real o un estandarte de progreso y modernidad. Las fronteras existen ya sólo sobre los mapas, pues la economía hace mucho que dejó de ser nacional, y aunque éstas siguen delimitando el campo de acción de los diferentes gobiernos democráticamente elegidos (o no), se hace necesaria una actuación conjunta global para solventar problemas que nos afectan por entero a toda la humanidad, desde el cambio climático hasta la guerra en Afganistán.

Ya no vale cerrar los ojos, porque la información está ahí, el debate dejó de ser clandestino hace mucho para recluirse en la intimidad, y es ahora, en estos momentos de actualidad, en que ha dejado los círculos privados para afincarse públicamente en la red. Entonces la pregunta es... ¿a qué viene tanto afán de regularización?

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