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Internet y libertad de expresión.

Internet y Democracia, parte III.

Todo cambio implica conflicto, adaptación, estrés. Miedo a no poder cubrir las necesidades personales, no siempre básicas, también de poder y reconocimiento social. Al igual que sucedió en la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII, la aparición repentina de las TIC (tecnologías de la Información y Comunicación) está transformando los procesos de producción y distribución, el mercado se inunda de nuevos productos, y el poder y la riqueza cambia de unas manos a otras, en función de la capacidad de control que se tenga sobre el nuevo sistema tecnológico.

La nueva capacidad que Internet ha otorgado a los ciudadanos es la de la libre comunicación horizontal, y esto ha despertado continuas tentativas de legislación y control por parte de los poderes establecidos, ya sea con objetivos económicos –regular los hoax o rumores, la piratería...- o políticos –regular la pornografía en la red, asegurar la protección de datos del consumidor...- siempre bajo la bandera de la democracia y la protección al ciudadano. De momento andan perdiendo todas las batallas ante la opinión pública, no todas ante los tribunales (recordemos el cierre de Napster o la multa de más de 3 millones de dólares a The Pirate Bay). La libertad de uno acaba donde empieza la del otro, se dice, pero esa línea divisoria no siempre resulta claramente identificable, y en estados no tan democráticos las consecuencias pueden ser funestas. Sólo en Colombia han sido asesinados desde 1998 más de 50 periodistas. En México, 7 periodistas perdieron la vida entre junio de 2004 y junio de 2005. En octubre de 2006 murió en Rusia asesinada Anna Politkovskaya, activista pro derechos humanos y periodista declarada en contra del conflicto Checheno y crítica con el gobierno de Putin. En agosto de 2008 fue el turno de Magomed Yevloyev, editor de una página de noticias de Internet crítica con las autoridades de la República de Ingusetia, que fue encontrado con un disparo en la sien poco después de ser arrestado por la policía en el aeropuerto. El año 2007 finalizaba con 127 periodistas encarcelados, uno de cada seis sin cargos judiciales imputados. Los periodistas digitales y bloggers constituyen el 38% del total de periodistas detenidos, 18 de los cuales son ciberdisidentes chinos. En 2009, según señala el International News Safety Institute (INSI), al menos 46 periodistas han fallecido hasta el 31 de julio en el ejercicio de su trabajo en 21 países distintos. Son sólo cuatro datos, hay muchos más.

Fuente de la fotografía: circo de invierno en Flickr.

Ante consecuencias de este calibre, cabe preguntarse quienes tienen más miedo y porqué, aquellos que ejercen el poder de regular o aquellos que lo hacen con el de informar. Reporteros sin Fronteras publicó un comunicado en 2005 con una lista de los 15 países considerados “enemigos de Internet”, cuya política se considera marcadamente represora en cuanto a libertad de expresión en la Red: “censuran los sitios informativos independientes y las publicaciones de oposición, vigilan el Net para silenciar las voces disidentes, acosan, intimidan y en ocasiones encarcelan a los internautas y bloggers que se apartan de la línea oficial.”

La libertad de expresión, sin embargo, no sólo se encuentra limitada por la represión y la violencia. En Estados democráticos existe también la censura encubierta mediante mecanismos reguladores legitimados, que funcionan tanto por omisión como por sobreinformación. Los medios de comunicación, controlados por grandes corporaciones o instituciones, orientan la información a objetivos empresariales o políticos que se cristalizan en la opinión pública. Más allá incluso, Neil Postman afirma que información pública y entretenimiento se han mimetizado hasta el punto de no necesitar una regulación externa, ya que no imaginamos en la actualidad la información sin ser trivializada, descontextualizada y adaptada al formato básico de nuestra era: el show-business.

“No quiero decir que la trivialización de la información pública se consiga completamente en la televisión. Quiero decir que la televisión es el paradigma de nuestra concepción de información pública. Como pasó antaño con la imprenta, la televisión ha adquirido el poder de definir la forma que toma la información, y también ha definido como hemos de responder a ella. Al presentarnos las notícias como un vodevil, la televisión induce a otros medios a hacer lo mismo, de forma que todo el entorno informativo empieza a imitar a la televisión.”

“La lucha contra la censura es una cuestión que se resolvió casi completamente en el siglo XX. Ahora nos enfrentamos con la estructura económica y simbólica de la televisión. Los que dirigen la televisión no limitan nuestro acceso a la información, sino que lo amplian. Nuestro Ministerio de Cultura es huxleyano, no orwelliano. Hace todos los posibles para alentarnos a mirar constantemente. Pero lo que miramos es un medio que nos presenta la información de tal manera que resulta simplista, irreal, no histórica y no contextual; es decir, información disfrazada de entretenimiento (...) Qué contentos estarian todos los reyes, zares y führers del pasado (y comisarios del presente) si supieran que la censura no es una necesidad cuando todo discurso político toma forma de chiste.”

Internet se nos presenta así como una alternativa a la información. La proliferación de cámaras, contenidos audiovisuales y opiniones públicas tal vez nos esté dando la oportunidad de mirar una imagen más verdadera y realista del mundo en el que vivimos.
Imma Tubella hace una observación importante cuando afirma que en estudios recientes se demuestra que Internet no incrementa el tiempo dedicado a los medios de comunicación, sino que resta tiempo a la televisión. Desde su punto de vista, Internet despierta un nuevo modelo de consumo audiovisual, al tiempo que fomenta el uso activo y la interconectividad.

Fuente de la fotografía: Natarén en Flickr.


En Internet, los consumidores se convierten también en productores, y deriva en lo que algunos críticos han llamado una nueva lucha de clases entre los “infocapitalistas”, ostentadores de los contenidos y de las redes de distribución, y los “pronetarios” (1), los nuevos productores y compradores de bienes y servicios producidos por ellos mismos a través de la red. En este sentido y a diferencia de los otros medios, debemos dejar de hablar de Internet como medio de comunicación de masas, donde la variedad de puntos de vista se corresponde con la fragmentación de la audiencia que accede a sus contenidos. Ya no se trata de un producto estandarizado bajo el mínimo denominador común, sino de multiplicidad de voces alzándose a la vez, interaccionando las unas con las otras, bajo la bandera de la libertad de expresión y de la propia identidad.
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Democracias y participación.

Segunda parte del artículo Internet y Democracia, que se publicará también en breve en El Mundo de Wayne.

Cuando las voces de los distintos partidos se alejan de la tuya. Cuando el voto en blanco se convierte en una forma más de jugar con unas reglas que ya no te interesan. Cuando la democracia que debería representarte no lo hace, quizás es el momento de buscar otras opciones.


Fuente de la fotografía: tj scenes, en Flickr.



Democracias y participación.

Para ampliar la viñeta, aquí.

De las primeras democracias griegas en el siglo VI a.C. hasta la de nuestros días existe un abismo, principalmente justificado por la naturaleza de las sociedades llamadas Modernas. El ideal ateniense en que los ciudadanos (eso sí, varones y libres) tenían en sus manos la posibilidad de decidir sobre asuntos públicos sin necesidad de representantes quedó desfasado con el surgimiento del Estado-nación, en parte por la voluntad de concentrar el poder político dentro de las mismas estructuras gubernamentales, en parte porque el aumento en el número de población hacía que el modelo fuera inviable.

De esa democracia directa, asamblearia, nos queda básicamente el nombre, mientras que los ideales de autogobierno se han ido disipando en una carrera desmesurada en pro del capitalismo liberal y la economía de mercado. Con el desarrollo de la democracia representativa y sus instituciones, el gobierno se convierte en la tarea de unos pocos para la regulación de la vida y el porvenir del resto de los ciudadanos, a los cuales no se supone ni informados ni capacitados para tomar decisiones de esta índole. El lejano parecido que permite a la comunidad política ampararse bajo su nombre queda relegado al derecho al voto de los ciudadanos para elegir a sus representantes políticos, aunque viendo los bajos índices de participación que se dan de forma repetida en las elecciones y los resultados en las encuestas de opinión, podríamos decir que el modelo tampoco resulta del todo satisfactorio.
Fuente de la fotografía: jorgemejia, en Flickr.


Thompson señala cuatro grandes problemas derivados de las democracias modernas:

- El cinismo y la desilusión de los individuos hacia las instituciones políticas establecidas. Dado que los políticos se han convertido en una nueva clase profesionalizada que depende del soporte electoral para acceder al cargo, éstos se han mimetizado con los medios de comunicación de masas a través de eslogans y batallas circenses entre partidos, hasta el punto de distinguirse cada vez menos entre ellos en términos de política general.

- La coexistencia de la democracia representativa y las grandes desigualdades que genera el mercado, tanto en distribución de recursos como en posibilidades de vida.

- La lucha mediática por el electorado da lugar al alejamiento y pérdida de contacto de los políticos de aquellos a los que representan, y si no conocen sus preocupaciones pierden la capacidad de darles respuesta.

- La democracia representativa se ha institucionalizado. Se dio por hecho que las fronteras del Estado eran los límites naturales para el ejercicio de una democracia, pero la globalización ha hecho que estos estados estén inmersos en redes de poder mucho más amplias que interfieren en y limitan el margen de maniobra de los gobiernos.

Fuente de la fotografía: My Buffo, en Flickr.

La crisis económica actual es un reflejo de esta situación, nos ha cogido a todos vulgarmente “en calzoncillos”, sobretodo a los políticos, que en su lucha mediática por los votos perdieron de vista que la globalización era algo más que llegar a una masa de población mayor a tiempo real o un estandarte de progreso y modernidad. Las fronteras existen ya sólo sobre los mapas, pues la economía hace mucho que dejó de ser nacional, y aunque éstas siguen delimitando el campo de acción de los diferentes gobiernos democráticamente elegidos (o no), se hace necesaria una actuación conjunta global para solventar problemas que nos afectan por entero a toda la humanidad, desde el cambio climático hasta la guerra en Afganistán.

Ya no vale cerrar los ojos, porque la información está ahí, el debate dejó de ser clandestino hace mucho para recluirse en la intimidad, y es ahora, en estos momentos de actualidad, en que ha dejado los círculos privados para afincarse públicamente en la red. Entonces la pregunta es... ¿a qué viene tanto afán de regularización?
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Talento en corto: Dans la tete

He aquí el último hallazgo en Dailymotion, de esos que no puedes ni debes evitar compartir en la red. Que lo disfrutéis.

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El país del "NO".

Acabo de leer en El País que el PP ha propuesto un Plan Integral de Defensa de los Menores, el cual incluye además de que la edad penal se rebaje hasta los 12 años, que hasta los 18 no se pueda pertenecer a una red social sin conocimiento de los padres, e indicando además nombre y DNI. Es como decir que los niños no pueden tener pandilla si no se inscriben en un registro tutelado.

O sea, que lo del anonimato de la red que facilitaba tantas cosas como la experimentación, la expresión de Yo, el autoconocimiento, el desarrollo de lazos afectivos..., pues da igual, porque al PP le interesa más que los media - y por tanto la sociedad- se centren en los abusos a través de la red, que es lo que le puede dar votos en las próximas elecciones.

Así, mientras medio mundo está debatiendo sobre la digitalización de libros de Google -que si es monopolio, que si sólo da más visibilidad a libros que no están en el mercado-, España dice que NSNC y se concentra en las cosas de casa, que para regular el futuro de Internet ya está Europa.

Fuente de la fotografía: Arguez en Flickr.


Y cómo no, la propuesta desde las instituciones de poder, en este caso el PP pero dudo que ZP esté teniendo mejores ideas, al menos yo no lo percibo desde mi posición de ciudadana expatriada, es una vez más la de prohibir, limitar, censurar, regular... llámenle como quieran porque todo es lo mismo, y como no pueden hacerlo como antaño con un porque sí e imprimiendo un sello del Generalísimo, pues alegan que es en Defensa del Menor, ambas en mayúsculas, por si a alguien se le escapa que la cosa es seria.

Perdonen mi indignación, pero yo quiero que mis hijos, si algún día los tengo, sepan lo que es la libertad. Que ellos, que habrán nacido y crecido en el medio digital, puedan entrar y salir, explorar, y vivir la red en toda su extensión. No quiero un PP o quien sea diciéndoles que no pueden protegerse, que es peligroso, y que por tanto mejor nos das tu nombre y DNI y nosotros lo hacemos por ti. El PP añora otros tiempos, o quizás algun ideal orwelliano que se está viniendo abajo desde hace unos 30 años con la aceptación popular de Internet.

Lo mismo pasa con las bicis. Cuando a los Holandeses les cuentas que los carriles tienen medio metro, que tienes que circular con casco o que no puedes escuchar música, se rien. Y luego cogen su bici y se van con su i-pod y hablando por el móvil. Nosotros mejor prohibimos, no sea que algun conductor que corra más de la cuenta la lie con un ciclista despistado.

Prohibamos, limitemos y dirijamos, no sea que los ciudadanos decidan pensar por sí mismos lo que les conviene, no sea que perdamos la potestad de decidir por los demás sin consultar. En estos casos, que suceden con más frecuencia de la que percibimos, como a buena expatriada se me encoge el corazón. En estos casos es cuando me avergüenzo de mi país, de su clase política y de su poco saber hacer, todavía más partidarios de la repercusión mediática y de las soluciones efectistas, que de una construcción del bien común a largo palzo y de una democracia representativa real.

Así nos va.

Actualización: dada la controversia, apunto dos enlaces que hablan del tema, uno de Enrique Dans, el otro de Manuel Benet.
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