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Homo videns

Nuestro tiempo prefiere sin duda la imagen a la palabra. Los mensajes audiovisuales han llegado a formar parte habitual de nuestra vida, y es actualmente con la difusión de la imagen digital que la iconografía disfruta de su momento álgido: el hombre identifica como familiares antes imágenes que conceptos, las percibe, las apropia e integra en su mundo simbólico, y pasan a entretejer nuestra visión del mundo y la estructura de la sociedad. Sartori acuña en 1998 el término homo videns y pone nuevamente de manifiesto cómo el discurso televisivo ha invadido y condicionado paulatinamente la cultura contemporánea en su predominio del ver, gestando así un efecto colateral: la atrofia de nuestra capacidad de entender.


La globalización mediática no es algo nuevo. Sus inicios se remontan al siglo XIX con la propagación del cable para la comunicación telegráfica, el surgimiento de agencias internacionales de información, las mismas que posteriormente tomaron partido en transacciones financieras y comerciales, y finalmente con el desarrollo de la transmisión de información a través de ondas electromagnéticas y el consecuente surgimiento de conglomerados internacionales dispuestos a disputarse su parte del espectro, en una especie de carrera a lo "heroes" bajo el lema “control the media, control the world”. Todo ello ha dado lugar a un cuadro de relaciones de poder estructurado entre unas pocas organizaciones transnacionales que concentran el poder económico y simbólico, todas ellas controladas mayoritariamente por capital privado.

El desarrollo acelerado de las nuevas tecnologías en los últimos 30 años, junto con su masiva difusión y aceptación dentro de la sociedad, ha significado una ruptura de esta tendencia. La digitalización de la información ha permitido su gestión y almacenamiento en cantidades inimaginables hasta ahora, al tiempo que se posibilitaba su difusión y acceso a tiempo real. El flujo desigual de contenidos simbólicos que hasta ahora había inundado la pantalla de los televisores de medio mundo (principalmente de procedencia norte-americana), compite de repente con centros de medios y canales de TV independientes, periodistas digitales que no subscriben a una firma o política concreta, y con la multiplicación exponencial de productos mediáticos digitales en la red, consecuencia directa del abaratamiento de costes de hardwares, softwares y periféricos. El ciudadano medio deja de consumir y se pone a producir, y ésta sí es una verdadera revolución.

Es a la gestación de esta revolución a la que asistimos, y con ella a la aparición de un crisol de discursos diferentes, los cuales configuran una nueva visión de las relaciones, del mundo, y de nuestra propia vida. Este blog pretende ser una mirada a aquello que vemos sin mirar, a aquello que miramos, y a aquello que no vemos porque permanece fuera de los circuitos televisivos.

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