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De abusones y piratas

La SGAE es una entidad no lucrativa con más de 90.000 socios que se encarga, según sus propias palabras, de "defender los derechos de los creadores y, por ende, el patrimonio cultural." Cuenta con más de 100 años de historia, y no hay que negar su función social a finales del siglo XIX, cuando los autores, sobretodo de teatro, se veían maniatados por los intermediarios que gestionaban las salas, que con contratos abusivos de exclusividad y pagos por adelantado a cuenta de obras futuras, controlaban al autor, sus creaciones y su libertad de elección.

Bien, ya no estamos en el siglo XIX. El poder que antaño pertenecía a los intermediarios ya no está, ha cambiado de manos. Cabría preguntarse quién es el abusón hoy en día y quién el que acaba maniatado, cuando los titulares anuncian el cobro de un canon por adelantado, cuando se infiltran espías en bodas, tiendas y ferias, cuando exigen el pago de comisiones en festivales y conciertos sin ánimo de lucro... Pero vayamos paso a paso.



Al no tener la SGAE ánimo de lucro, le ha permitido obtener del Ministerio de Cultura la potestad para recaudar dinero allí donde se le antoje. Sin embargo, la SGAE es mucho más que un colectivo privado que gestiona desinteresadamente los derechos ajenos. Según el diario Público, casi la totalidad de las compañías que la forman son sociedades limitadas con ánimo de lucro, cuya facturación procede de los servicios prestados a SGAE y por tanto de sus recaudaciones. Por otro lado... ¿se reclaman todas las recaudaciones? Ya bien podría encargarse la SGAE de perseguir a sus asociados para entregarles aquello que les corresponde. Pues bien, Escolar.net afirma que hay casi 180 millores de euros que nadie reclama y simplemente han pasado a engrosar las arcas de la asociación.



Gracias McNolos por vuestra voz y vuestro trabajo.

Las distribuidoras se mueren, sí. Y la penalización de la piratería deja de tener sentido en Internet, donde original y copia no se distinguen en nada, donde el concepto de autoría se redefine y donde es el compartir y el valor de uso lo que toma relevancia.

“Estamos en el negocio del arte. En Metallica creamos música para nosotros mismos en primer lugar y después para nuestra audiencia. Nos tomamos, como la mayoría de artistas, nuestro trabajo muy en serio, desde las canciones, los textos, las fotografías, las imágenes de nuestras portadas. Es repugnante saber que se esté traficando con nuestro arte, incluso en algunos casos con una ínfima calidad de sonido, como si de una mercancía se tratase”
Lars Ulrich, líder de Metallica, en el proceso contra Shawn Fanning, creador de Napster.

El fragmento a continuación pertenece a un compañero, al cual quiero agradecer que me permitiera publicar sus palabras, escritas en forma de carta personal dirigida a Lars Ulrich:

Apreciado Lars:

Me gustaría repasar contigo algunos de los argumentos que empleas en tu alegación contra Shawn Fanning.

Debemos en primer lugar, dejar claro cual es la definición de mercancía (commodity) según la teoría Marxista y su relación con el valor de uso y el valor de cambio. El valor de uso es la forma útil de la mercancía, es decir, cuando ésta es objeto de uso directo (crear música para ser escuchada), mientras que el valor de cambio es la propiedad de la mercancía consistente en ser objeto de intercambio, o sea, cuando ésta no sirve en sí misma, sino en relación a otra mercancía (cambio un CD por dinero). Sin embargo, la evolución social crea nuevas realidades.

Según la lógica capitalista todo tiene valor sólo en la medida en que se puede intercambiar, no por el hecho de ser en sí algo. En el caso que nos ocupa, el valor de uso de la música es su propia capacidad de ser disfrutada por la audiencia. Su valor de intercambio, sin embargo, se mide por el beneficio que se obtiene de la transacción de una grabación musical, generalmente en forma de CD. En este sentido, Napster representa un ataque frontal y directo al valor de intercambio de la música y por tanto será perseguido, vetado y aniquilado por la industria cultural en un intento desesperado de conservar los beneficios que se derivan de la música tratada como una mercancía intercambiable.

Es, en definitiva, un proceso contra el valor de uso de la música, un proceso contra la libertad y el libre albedrío, una demostración palpable de que la industria cultural no sublima, sino que reprime y sofoca. Reduciendo la música a su valor de cambio, la industria cultural empieza un proceso de alienación del músico respecto a su trabajo. Así, el control del autor sobre su obra pierde sentido y es la industria la que establece los límites de la creación. El resultado del trabajo del músico será tamizado, filtrado, manipulado, adaptado, blanqueado, desnaturalizado por la industria. Se venderá al mercado con el único propósito de ser consumido rápidamente, incluso en estado de distracción.

La industria ya no trata con música, ni mucho menos con arte. Su razón de ser, su tiempo, sus esfuerzos, los dedica única y exclusivamente a gestionar sus presupuestos de publicidad y promoción. Al músico no le queda otra alternativa que la integración en el sistema, plegarse a las exigencias de una industria que le exige su supuesto talento a cambio de los despojos que le cederá en forma de derechos de autor.

Napster, al permitir la libre circulación de contenidos, permite un espacio de libertad creativa, un retorno al valor de uso de la música, la desalienación del músico de la industria, la recuperación de su obra por entero sin tener que adaptarse a las exigencias mercantilistas de la publicidad. Se convierte también en una nueva forma de comunicación que le permitirá dirigirse sin intermediarios a su público. Esta nueva forma de libertad del autor crea pánico. La mera posibilidad de que exista otra forma de compartir, de intercambiar música sin la intervención de la industria cultural debe ser aniquilada.

Y son los propios autores, a sueldo de la industria, los que hablan por boca de ella. Siervos pagados por el establishment para publicitar la llegada del Anticristo, de las siete plagas de Egipto, del fin del mundo.

Querido Lars, cuando hicisteis…And Justice for all, posiblemente nunca pensasteis que vosotros seríais juez y parte.






- Metallica Lyrics

2 comentarios:

Ana | 20 de mayo de 2009, 7:03

"Lo que se pretende con esta demonización de las sociedades de gestión no es que el derecho de la propiedad intelectual desaparezca, que no lo hará, sino que, en lugar de ir al bolsillo del autor, los dividendos que generan el cine, la música, etcétera, se los quede otro, en el caso que nos ocupa, las empresas multimedia, que califican de pirata a la SGAE mientras fundan sus propias editoriales desde las que obligan a los artistas a cederles los derechos de sus obras cada vez que los contratan, y eso sí es piratería. No están en contra de los derechos de autor, los quieren para ellos. Venden la imagen de la SGAE como si fuera un ente perverso maquinando cómo robar al ciudadano parte de sus ingresos, cuando se trata de una sociedad formada por decenas de miles de socios cuya cúpula apenas tiene margen de maniobra"
Gran wyoming dixit....
Si quieres seguimos hablando de esto....jejejejej
Besitos desde valencia
Ana

Agia | 26 de mayo de 2009, 2:44

Se trataría de buscar una solución intermedia ya que Internet permite las transacciones sin intermediarios entre autor y comprador. Pienso que la sociedad evoluciona y de la misma forma que hay un desplazamiento masivo de trabajadores de puestos de producción a puestos técnicos, con el rol del intermediario y las grandes estructuras que hasta ahora han monopolizado la Industria cultural tiene que pasar lo mismo, tiene que adaptarse o morir. Es mi humilde opinión.

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